Dice el Libro Blanco de la Educación Ambiental que la Universidad debe ser consecuente con la educación ambiental a través de la investigación, la formación y la producción del pensamiento crítico:

En un repaso rápido de cómo la universidad se adapta a estas recomendaciones del Libro Blanco, podemos observar que en algunos casos la investigación está limitada por los presupuestos y los proyectos de investigación que reciben subvenciones. ¿Es posible que nos encontremos que la investigación está acordes a tiempos de moda? por ejemplo, hace unos años, todas la investigaciones, si querían recibir subvenciones debían incluir la «sostenibilidad» como eje principal para la investigación. Quizá esta situación nos lleva a la facilidad por encontrar posiciones diferentes ante problemas similares en función si el enfoque es más ambientalista o un enfoque más humanista ¿Nos lleva esto a no lograr objetivos comunes para la puesta en común para la sociedad?.
Por otro lado, la merma de las ayudas para la investigación impiden que esas dimensiones trabajen de forma homogénea, ¿es posible que hayan empujado a la educación ambiental a un enfoque resolutivo que facilita la cercanía a la sociedad más cercana a la necesidad de encontrar respuesta a problemas concretos y alejándonos de los grandes problemas ambientales?

Esta situación aleja del gran objetivo de la Educación Ambiental en la universidad que es la producción del pensamiento crítico. ¿Debe ser el gran objetivo que acerque a la Educación Ambiental desde diferentes enfoques a la concienciación de la necesidad de cambiar de modelo productivo, hacia la reducción del consumo y hacia la participación social?.

¿Qué piensas del papel de la universidad en la sociedad? ¿Y del papel de la universidad en la educación ambiental? ¿Crees que la universidad debe dar más pasos en la búsqueda de soluciones ambientales a problemas sociales?
A esta y más preguntas trataremos de dar respuesta el próximo día 26 de mayo a las 18h en #EA26. Vente.