Educación Ambiental en las empresas
Planteamos este debate desde dos vertientes. En primer lugar, sobre la implantación de la educación ambiental en las empresas. Y sólo pensar en esta cuestión nos surgen muchas dudas: ¿cómo integran las empresas la educación ambiental en sus planes de negocio?, ¿es algo común en el sector empresarial?, ¿la consideran importante y la incluyen en la formación de sus recursos humanos?
Aunque la educación ambiental tiene todavía un largo recorrido por andar, sobre todo en el sector empresarial, lo cierto es que se implanta cada día más en la gestión de numerosos negocios. Quizás sea por que la certificación ambiental ISO 14001 lo exige o porque cada vez hay más conciencia ambiental, pero lo cierto es que cada día más empresas integran la educación ambiental a su trabajo diario: cartelería en el puesto de trabajo para ahorrar energía o agua, papeleras de reciclaje, criterios de compra responsable, fomento de proveedores locales, embalaje reciclado, compartir coche entre los empleados, etc.
Una ventaja que tienen algunas medidas realizadas en el marco de los sistemas de gestión ambiental (ISO, EMAS,…) es que a través de medidas sostenibles logran ser más eficientes en el consumo, bajando así los costes en electricidad, energía o consumibles y eso sí anima a las empresas a integrar estos sistemas en su negocio.
No pocas son las propuestas ambientales en las empresas, tanto grandes como pequeñas, otra cuestión sería si las propias empresas la identifican como educación ambiental y son conscientes de sus beneficios. Hemos conocido muchas empresas con unos criterios ambientales muy exigentes, pero que no lo comunicaban a sus clientes ni lo identificaban como educación ambiental. Simplemente lo hacían porque entiendían que es su deber como empresa y parte de la ciudadanía. Tras esta reflexión nos surge otra duda: ¿puede convertirse la educación ambiental en un valor añadido para la empresa?, ¿son más conscientes de ello las empresas grandes que las pequeñas?.
Las empresas grandes tienen más visibilidad y en algunos casos más influencia en otras empresas más pequeñas, si aquellas marcan el camino del respeto por el medio ambiente con medidas sencillas (reducción de envases, productos locales, eficiencia energética) determinan el comportamiento de las empresas que les suministran y el beneficio es global.
La segunda vertiente sería el impacto social que una empresa que implanta políticas de educación ambiental tiene sobre su comunidad. Si una empresa informa a sus clientes sobre sus buenas prácticas ambientales, por ejemplo a través de su web o de manera directa, ¿está realizando una acción de educación ambiental?
Uno de los problemas de la educación ambiental es que la ciudadanía no termina de asimilar como tareas cotidianas el reciclaje, apagar las luces cuando no son necesarias, ahorrar agua, priorizar el consumo local, etc. Estas tareas son más fáciles de asimilar si cada día la vamos viendo en nuestro entorno cotidiano, como en la cafetería donde desayuno, en la cual hay un cartel en el baño que me recuerda que cierre el grifo y que tire el papel higiénico a la papelera. Por ello, creo que las empresas que llevan a cabo y comunican sus buenas prácticas están realizando una labor de concienciación y educación ambiental. Además, ¿puede haber algo más efectivo que mi dentista de toda la vida, a la cual admiro y me da confianza, me cuente los beneficios de reciclar? Si lo dice ella seguro que tiene razón.
Este tema genera mucho debate y seguro que tienes mucho que aportar al mismo, así que te esperamos el 26 de febrero de 18:00 a 19:00h bajo la etiqueta #EA26
Por Beatriz M. Guerra ( @ComplejoPrae) y Miriam Navarro (@mnavdia)