«Los éxitos de la Educación Ambiental»

A la redacción de la revista Quercus:

Vemos en el nº 392, de octubre de 2018, de la revista Quercus un artículo titulado “¿Por qué fracasa la educación ambiental?”, ante éste no nos queda otra que responder con «Los éxitos de la Educación Ambiental» o «¿Verdaderamente lo que fracasa es la Educación Ambiental?»

«Los éxitos de la Educación Ambiental»

por #EA26

IMG_0282La primera definición de Educación Ambiental cumplirá 50 años el próximo junio 2019. Un viaje en el que, como todos los viajes, ha disfrutado de aventuras y de éxitos, así como de momentos difíciles y frustraciones. Conocemos religiones milenarias o partidos políticos centenarios que han intentado cambiar el mundo desde que nacieron y nos encontramos ante la crisis ecosocial más intensa de la historia del planeta. Por tanto, puestos a pedir responsabilidades habrá que ponerse a una cola ya bastante llena.

En estos 50 años, la Educación Ambiental ha aparecido en un sinfín de declaraciones políticas y han surgido casi otras tantas diferentes denominaciones (educación para el desarrollo sostenible, educación para la sostenibilidad, educación hacia la sostenibilidad, educación ecosocial, ecoeducación…), cada una aportando elementos diferenciales en la manera de entender la crisis ambiental global y la manera de enfrentarla. Por eso, es difícil hablar de una educación ambiental, con un corpus único y aceptado por todas las personas implicadas, como fracasada.

El artículo publicado en el nº 392 de Quercus, en octubre de 2018, se basa en un capítulo que habla de comunicación científica en un libro que analiza la “Efectiva conservación”. La educación ambiental, desde sus orígenes, no ha sido la responsable de la conservación de los ecosistemas. Como educación, este campo de conocimiento y acción, en su primer seminario internacional ha tratado de formar una población mundial consciente y preocupada con el medio ambiente y con los problemas asociados, y que tenga conocimiento, aptitud, actitud, motivación y compromiso para trabajar individual y colectivamente en la búsqueda de soluciones para los problemas existentes y para prevenir otros nuevos (Carta de Belgrado, 1975). La conservación de los ecosistemas pudiera ser una de las tareas, pero ni la única ni la más importante. Es más, en la Educación Ambiental la preocupación exclusiva por la conservación desapareció a los pocos años de su nacimiento.

Unesco tomó las riendas internacionales de la Educación Ambiental en la década de los 70 y desarrolló el Programa Internacional de Educación Ambiental-PIEA que duró hasta 1998 (fecha del intento de homicidio contra el término educación ambiental y de entronamiento del de educación para el desarrollo sostenible). Luego vinieron un par de décadas internacionales en las que los gobiernos y corporaciones volvieron a dar la espalda (por enésima vez) a una línea de acción preocupada por la trama de la vida en la Tierra y que ahora se aglutinan en los ODS y en el GAP.

 

 

A pesar de todo, personas y comunidades indignadas con la situación de emergencia planetaria que vivimos desde hace tiempo, llevan produciendo, no el deseado cambio (el origen del problema es muy poderoso), pero sí muchos cambios en los que la Educación Ambiental ha tenido un papel importante.

La comunicación, participación y educación ambiental han contribuído a que los temas ambientales estén en las agendas políticas nacionales e internacionales y a incrementar el nivel de sensibilización ambiental y de conciencia de la población sobre la necesidad de actuar para resolver los problemas ambientales y sociales del planeta. Ahora más que nunca antes se habla de gestión ambiental más sostenible, por ejemplo en la ciudadanía mediante acciones y movimientos ciudadanos, en la política mediante legislación ambiental e incluso en las empresas con la economía circular.

Por otra parte, la educación y la participación ambiental son herramientas que cada vez tienen más presencia en la gestión de los espacios naturales protegidos y en el diseño de los planes que los rigen, además se ha mostrado como un elemento útil e importante a la hora de afrontar los problemas ambientales en estos espacios (incendios forestales, utilización del agua, desarrollo local, regulación del turismo, etc.).

La educación ambiental, también está presente en los currículos escolares y en los libros de texto, los centros educativos se realizan multitud de actividades, a distintos niveles, relacionadas con el medio ambiente, que van desde las salidas al medio natural, hasta la realización de propuestas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en los propios centros, etc. Escuelas sostenibles, redes de escoescuelas, escuelas saludables, huertos escolares y un largo etc son proyectos que desde hace muchos años educan desde la educación formal en la infancia y adolescencia en cuestiones ambientales.

La educación ambiental también está presente en el ámbito de la empresa. Es un fenómeno creciente la adopción de buenas prácticas ambientales, la realización de sesiones de formación para que los trabajadores y trabajadoras las adopten, e incluso, se podría decir que la realización de campañas de «marketing verde» para conseguir mejorar las ventas podria ser un síntoma de los logros de la comunicación y educación ambiental han conseguido sensibilizando de estas cuestiones a los consumidores.

Otro elemento importante es la mayor presencia de la educación ambiental en el ámbito universitario, la formación profesional ocupacional en la que imparten módulos específicos de formación ambiental.

Finalmente en nuestro día a día, quienes vivimos en el mundo occidental utilizamos los distintos contenedores que clasifican nuestra basura, disfrutamos de carriles-bici, aprendemos en los centros de interpretación, vemos como se comienzan a usar vehículos eléctricos, crece progresivamente el uso de fuentes renovables, colaboramos con proyectos de desarrollo en países empobrecidos, aumentan opciones de comida ecológica en mercados y restaurantes, nos asociamos y creamos redes para obtener productos ecológicos, nos afiliamos políticamente con objeto de encauzar la indignación y tratar de cambiar las cosas, estamos viendo los primeros edificios bioclimáticos, tenemos a nuestro alcance medicamentos genéricos, las empresas quieren lograr y exhibir sus estándares medioambientales, los bancos de alimentos han tenido que multiplicar sus almacenes, han surgido incipientes aparatos sin obsolescencia programada, aumenta la legislación ambiental… Además, se están generando nuevas relaciones entre diferentes generaciones, entre personas amigas, entre desconocidas, entre el ser humano y la naturaleza o la crisis ambiental. En la actualidad disponemos de novedosas maneras de comunicarnos, de democratizar y de facilitar el acceso a la información.

 

 

Acaso todos estos cambios ¿los ha producido el propio sistema socioeconómico por sí mismo? ¿Ha tenido algo que ver la presión de sectores sociales cada vez más formados? ¿Quién ha fracasado? ¿Un proceso educativo? ¿Un campo del conocimiento? ¿Los organismos internacionales y los gobiernos? Realmente, no es posible explicar todos estos cambios sin la Educación Ambiental1. Ni los que se darán en este sentido.

La Educación Ambiental no ha fracasado, la Educación Ambiental ha hecho y está promoviendo muchos cambios en la dirección de una transición hacia una sociedad más justa socialmente y equilibrada ecológicamente.

1Gutiérrez Bastida, JM (2018). Educatio ambientalis. Invitación a la educación ecosocial en el Antropoceno. Madrid: Bubok.


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