
Parque Nacional y Natural de Sierra Nevada
Hagamos primero una distinción entre la Educación Ambiental en los Espacios Naturales Protegidos en sentido amplio, es decir, actividades para el conocimiento de nuestros espacios y especies, sensibilización y concienciación ambiental, fomento del uso recreativo de los espacios naturales… que surgen desde distintas iniciativas (los centros escolares, asociaciones de diversa índole, otras instituciones) y lo que llamaría Educación Ambiental en Espacios Naturales Protegidos en sentido estricto que englobaría los programas,

actividades, equipamientos y recursos que se dedican a hacer EA principalmente desde la administración ambiental, como una parte, más o menos importante, de la gestión de los ENP y en relación con el resto de esa gestión, lo que incluiría el apoyo y colaboración con otras iniciativas surgidas desde la administración educativa o de otras instituciones públicas o privadas.
Lo ideal sería que todos los ENP contaran con programas, recursos y equipamientos para la EA y que esta tarea fuera central en la gestión de dichos espacios.

En cualquier caso planteo que todo lo que se ha hecho en Educación Ambiental, en sentido amplio o en sentido estricto, en los Espacios Naturales Protegidos, es positivo y el objetivo que ahora debe movernos, en el contexto socioeconómico y socioambiental actual, es “no dar un paso atrás” manteniendo centros de visitantes y/o de interpretación, aulas de naturaleza, jardines botánicos, actividades de sensibilización… La inversión realizada debe rentabilizarse, quizás buscando en algunos casos nuevas fórmulas de gestión.
En mi opinión, los retos principales de la Educación Ambiental en los Espacios Naturales Protegidos en estos momentos, desde el punto de vista conceptual y entendiéndola como una parte importante de la gestión de dichos espacios, son:

1. Reorientar el valor de los espacios naturales como fuente de bienes y servicios ecosistémicos más que como reservas de biodiversidad. Poner el acento por tanto en lo importante que son para la sociedad porque nos aportan bienes de abastecimiento, de regulación y culturales, más que en lo importante que son como colección de especies, más o menos abundantes, más o menos escasas o raras.

2. Reforzar el papel de la Educación Ambiental como instrumento para la participación de la población en la gobernanza de los espacios naturales protegidos.
3. Finalmente los ENP, en ese reto global de la Humanidad ante el cambio global, deben ser observatorios de ese proceso y laboratorios donde se realice una gestión adaptativa ante los nuevos escenarios, y la EA debe ser capaz de ayudar al conjunto de la población en la comprensión del origen de este proceso complejo y de sus causas, la diferencia entre cambio climático y cambio global, así como de la acción que se puede desarrollar para luchar contra él, mitigando su impacto en los ecosistemas y promoviendo una gestión que incremente la resiliencia a dichos cambios.

El futuro de nuestros ENP dependerá mucho de la EA, especialmente de la población que vive en las áreas de influencia socioeconómica de nuestros parques nacionales y naturales y deberá basarse en el siempre difícil, pero necesario, equilibrio entre conservación y desarrollo. Una amenaza pende sobre nuestros ENP para inclinar la balanza. Sólo una sociedad formada, responsable y consciente puede ponerle freno. La EDUCACIÓN AMBIENTAL con mayúsculas es nuestra herramienta para levantarnos en pie de paz, porque aquí también podemos afirmar que «no hemos heredado nuestros espacios naturales de nuestros padres, los tenemos prestados de nuestros hijos»
Destaco la importancia de los educadores ambientales como agentes de cambio. La educación ambiental desde temprana edad, generar desde los niños un cambio cultural a partir de nuevas actitudes, hábitos y valores para que ellos puedan sensibilizar a los adultos.